Tras El Eternauta
Carlos Pugliese tenía 13 años, en 1957, cuando los jueves, iba en busca de una nueva edición de Hora Cero, que publicaba El Eternauta en episodios.
A los 34, en 1978, Elsa Oesterheld y Francisco Solano López lo autorizaron a traducir al inglés y adaptar la tira a que sucediera en Nueva York.
A los 36, en 1980, presentó el proyecto a once productoras norteamericanas. Picó una, pero surgieron complicaciones: Alfredo Scutti, de Ediciones Record, reclamó derechos. Quedó todo en stand by.
A los 42, en 1986, sumó a Adolfo Aristarain a su proyecto. A los 52, en 1996, se enteró de que Elsa, dos nietos y Solano demandaban a Scutti.
A los 68, en 2012, le propuso a Martin Oesterheld hacer El Eternauta en versión ópera. A los 73, en 2017, supo que la Corte le reconocía a Oesterheld/Solano sus plenos derechos sobre la historia.
A los 76, en 2020, se enteró de que Bruno Stagnaro la iba a producir en serie para Netflix. Se puso a disposición, pero el director le dijo que, dado un convenio de confidencialidad, no podía aceptar ninguna colaboración externa.
Ahora, con 80, en este 2025, Pugliese es uno de los millones de televidentes de la historia que atravesó su vida y que siempre se le escapó de las manos.
